sábado, 29 de diciembre de 2007

Episodio V “Cuando el recuerdo contraataca”

El calor del norte es asfixiante, los polos se adhirieren con facilidad a la piel y las gotas de sudor emanan desvergonzadas por todos las intersecciones visible y ocultas del cuerpo. Me encontraba completamente solo en aquel pueblito amigable y poco ruidoso al norte del país, donde las chicas blancas y morenas mantienen su tez, a pesar del inclemente sol. Cada minuto que pasaba la sonrisa se desdibujaba de mi rostro y la soledad, desconocida hasta ese momento por este humilde servidor, empezaba a meterse en mis huesos.

Mantenía la serenidad, aún era temprano, la noche anterior había llegado a una hora en la que mis padres se hubiesen sentido orgullosos de su angelito. Ese día jugaba el equipo de la ciudad y si el primer nombre de equipo no fuese “Cagón” de seguro que visitaba la cancha como un norteño más.

Intente disipar la mente en el trabajo, sin embargo las caras trasnochadas y la pesadez de trabajar mientras otros disfrutan se respiraba en el ambiente. Sin embargo recordé que cerca de aquel lugar olvidado existía un puerto al cuál no era recomendable llegar solo. Cogí el celular y para mi buena suerte un solo par de pies no se sumergirían sobre las salinas aguas de Paita aquella mañana.

El sol se reflejaba caprichosamente sobre el mar y ella era tierna, digamos que mas no le podía pedir al convaleciente, la jauría hambrienta del desamor había dejado tan sólo venas remendadas recubiertas con sangre coagulada. Sin embargo el sentir el calor de una nueva piel por momentos puede ser el diacepan ideal para un Jedi; sus brazos se dejaban acurrucar, al igual que la castaña de Jesús María e intentaba dejarme llevar. El paisaje, el sonido de las aves al pasar y la tersura que tienen los rostros de las chicas en el mar.

Pero bueno esta no era no era una historia de amor, El imperio contraatacaba y se necesitaban mas Jedís y en ese momento el holograma apareció. Una enérgica, firme y decidida voz, entorpecía el momento. Debía recibir a su alteza y de no ser por la delgadez de su voz, de seguro me hubiese aterrorizado.

Al cabo de unas horas realizo su aparición, nervioso y apresurado. El color del cielo indicaban las 5 de la tarde y su rostro marcaba una gran responsabilidad, como si alguna fuerza oculta lo llevara a la oscuridad o algo quizás mucho peor: Al miedo, pero el debía marcar una pauta. Nuestro encuentro se producía a velocidad de la luz y no tenía visos de bajar de intensidad. – Huevón debemos estar en Tumbes a las 7 de la noche – Listo… con esa frase me di cuenta que el buen Jedi estaba completamente perdido en aquella galaxia. No existía nave ni propulsor que pudiera llevarnos a esa hora y desde aquel lugar en menos de 7 horas.

Luego de enseñarle un pequeño diagrama sobre la polvorienta vereda decidimos emprender a Colán. Aquella mentada playa que recreaba sobre nuestras cabezas burbujitas de bellezas en tanga a la luz de la luna. Y era cierto… La luna era perfecta, se podía observar al lado del sunset, la playa inmensa como los relatos pero completamete desierta.

Y allí junto a unas heladitas, comprendí que no era el único que había sufrido los embates de las fuerzas malignas del amor, que los recuerdos de una princesa destruyen hasta el Jedi más osado, que por momentos olvidamos que los caballeros no contamos con corazas y nuestra túnica queda expuesta a los sables de la memoria.

Las horas transcurrieron lentamente, el cielo se torno cada vez mas oscuro y cada vaso de cerveza alzado al salud de las herederas del trono, nos permitía darnos cuenta que teníamos mucho en común y una sola misión. No ser destruidos.

Llegamos a nuestra base aún temprano y en ese momento se inicio la misión, el Buen Jedi de cabellos aún mas parados que los mios, vio a una no tan noble andando por la comarca, cuando menos lo esperaba él desvaneció, ella también. Pateé la tierra, quería unas cervecitas para seguir embriagandome y así no dar vueltas en la cama antes de conciliar sueño pensando en ella, pero un Jedi con una cerveza sólo en un bar no era un buen papel. Sonó nuevamente el celular y con la misma prepotencia de su primera llamada y con aquel gallito que salió de su voz unas horas atrás pronunció – Huevón, al toke, al karaoke tu culito también esta aquí- sonreí aquella noche no pensaríamos en ellas, en ese momento la lucha frontal contra el recuerdo sería una masacre; sin embargo si había que luchar debía ser por los flancos. Que tal bomba nos esperaba

El Maiky

Ficha Técnica
Locación: Norte del Perú
Año: Aproximadamente 2003
Protagonistas: 2 Jedis Heridos, Una norteñita blanquiñosa y una extra morocha.
Actrices Invitadas: La castaña de Jesús María y la por entonces candidata al Municipio
Banda Sonora: Juanes
Agradecimientos Especiales: Al taxista que espero 6 horas en Colán.

martes, 18 de diciembre de 2007

Episodio IV

Aggg…las reuniones de directorio pueden ser por demás stresantes, todos con posturas intelectuales, manos sobre las barbillas; así como movimientos con los lapiceros, para luego de 45 minutos de debate y 5 minutos de presentaciones, no dar ninguna solución concreta. Algunos le llaman “Perseguirse la cola como el perro”; yo discrepo. Al menos el perro se divierte.

Al inició me sentía como el hermano biológico de Stuart little, todas esas fieras con reportes incompletos y ansías de divertirse con el novato antes de iniciar su jornada. Corrían las primeras semanas y poco a poco dejaba mi status de roedor inocente para de a pocos ser algo mas cercano a Speedy Gonzales, de alguna manera encontraba divertido el hecho de formar parte de los 12 enanos de la empresa que encerrados en 4 paredes fungíamos a ser los dueños de ella. Llevaba 2 semanas y rápidamente comprendía la rutina, sin embargo una mañana de invierno y sin mayor aviso, la guapa morena que usualmente dirigía las reuniones, se esfumo. Aquella morochona que solía mirarme con ojitos de compresión no estaba. No más cruzadas de piernas (A lo Sharon, igualito) que dieran ese toque estimulante a las mañanas y mucho menos labios seductores que me invitaban a presentar mi informe matinal. A cambio un tipejo con cara de inquisidor, tan caucásico como Gasparín y con ganas de joderme el día, pues era el nuevo y había que orinar sobre mi para marcar el territorio y demostrar que el único que rugía en aquella selva era él. Por suerte ese día había tomado mi quaquer con leche y me sentía mas fuerte que “Super Ratón”.

Aquella mañana me llovieron zarpazos y de no ser por la intervención de un hada madrina (La apretadita Doc. Marita) allí quedaba. Levante mis papeles y me dirigí a mi oficina; la tía Glorix me miraba como mamá, con firmeza, gritándome con la mirada “Desahuevate, saca a los que no sirven y métele a la chamba, que te quiero ver”, tal vez si se hubiese detenido en mis pupilas le hubiese hecho caso, en fín; la reunión había concluido y debía volver a mi guarida.

Salude a la mancha y el sonido estresante del teléfono me dio la bienvenida, al otro lado una gruesa voz me daba la bienvenida a la empresa y luego de 3 instrucciones puntuales, estaba con dirección al norte con un sacón invernal sobre mi y algo de dinero en los bolsillos. Me sentía un agente secreto, objetivos concretos y destino desconocido. ¿Tumbes?, ¿No esta al extremo del Perú? ¿Hace calor? Y yo que diantres hago sin short, lentes oscuros y bloqueador en mi maletín.

En fin cuando uno ha cumplido el primer cuarto de vida, muchas cosas se ven aún divertidas y de no ser por la aburrida conversación de los tres abogados que me acompañaban, de seguro disfrutaría de mi viaje en avión. Como fuese, para aquellos doctores que llevan como bisturís códigos penales y ven en los juzgados sus salas de operaciones: este humilde servidor era poco menos que nada y para serles sincero; a mi me importaba un carajo lo que pensaran; al fin y al cabo ya había tenido bastante soportando a mi viejo (Abogado como ellos) instandome a cambiar de carrera. Así que luego de alojarme en un hotel diferente al de ellos me dirigí a realizar la misión.

Llegue a lo que después conoceríamos como el Halcón Milenario (La sala) y por alguna razón los trabajadores asumieron que era el Doctor en leyes que llegaba a su rescate. Al buen estilo de un Jedi me llevaron hasta la sala principal y luego de los honores respectivos, me encontraba disfrutando de un rico jugo helado. Y entonces ocurrió… Tan tan tan Tan taran Tan taran (Al estilo de Darth Vader) El abogado maldito del directorio, ingreso a la sala. ¿Cómo podía ser? Si se había quedado en Lima con todas las gárgolas. Pregunto quién había tomado su lugar (Obviamnte yo) y con lentes al estilo Teminator deseaba desaparecerme, borrarme de la faz de la tierra y aniquilarme con la mirada.

Abrió la puerta y me puse en guardia, estaba recontra aburrido de ser el invitado especial de la película. Si había que morir en ese capítulo del film, lo realizaría con honor. Se bajo los lentes, extendió su mano y al cabo de unos minutos ambos estábamos explicando los motivos de nuestras misiones, ahora ya no tan secretas.

Con el tiempo descubrí que no sería un Jedí Extra, que no caería sacrificado (como muchos) en una batalla cualquiera, que aquella lejana galaxia en el Norte del Peú, marcaría un hito dentro de la vida de algunos, que las aventuras y desventuras se suscitarían días tras días, que las princesas y vasallos también tenían leyendas que escribir, que las lunas de Colán crearían clanes imborrables y que el sol Sullanero no deseaba apagarse. La historia recién iniciaba, el imperio esta en formación, las naves tomaban posiciones y pronto vendría algo más que una simple guerra en una lejana Galaxia, por el momento se tenía "Una nueva esperanza"

Continuara…

El Maiky

jueves, 15 de noviembre de 2007

A puñetes aprendí

Ayer al reenviar un relato recordé "La 24", aquella losa descascarada de dimensiones fabulosas, que fungía (al menos de día) de majestuoso monumental salamanquino, sus tribunas albergaban siempre a un tercer equipo, el mismo que ingresaba raudamente luego que la de cuero con blazer traspasará la despintada línea de gol. Al cabo de un par de horas o luego que grandotes con barritos llegaban, nos llevábamos la “5” (así se le decíamos a la pelota en aquellos tiempos) a la pista; la misma rutina semana tras semana, hasta que un buen día, no recuerdo el porque un niñuelo de dientes separados y cabello encrespado insistió en darme un par de puñetes.

Ya saben a mis 10 años, mis cachetes no conocían del dolor más allá de las tundas maternales. Volteé y espere tener a mi espalda a mi raquítico amigo para secundarme. Wiflas, pichón, never in the life, el flacuchento estaba a una lejana cuadra tras un poste telefónico, el mismo que dicho sea de paso lo camuflaba muy bien. A mi diestra mis protectores de infancia tan sólo me decían ya pe maricón, sácale la mierda (palabras textuales de infantes de 11 y 12 años) un empujón mas del mueludo y juaa muchos puñetes al aire, empujones con los brazos amarrados y nadie a la lona. Las pifias del respetable se escuchaban por doquier y al cabo de tres minutos cada uno a su esquina. Enseñanza… nula, No pegue, no me pegaron, nadie me explico jamás el porque, tal vez aún era muy pichón.


Los puñetes a excepción de la memorable bronca con “Chacha” y la posterior derrota por ausencia de brazos con “Budita” en secundaria, estuvieron esquivos en la adolescencia. No necesitaba ganarme el respeto, simplemente no tenía ninguno y no me importaba tenerlo, pues de alguna manera lo que a los chicos del cole le importaba, como flacas y formar parte de una mancha de galanes gileros, estaba fuera de mi alcance: Mi madre ahuyentaba a las mujeres y mis permisos de fin de semana se limitaban a los scouts y a la casa del “Troncho”. Moraleja no importa si eras buen puñeteador o no, tan sólo debías dejar un poco de sangre en la pista para ser alguien.

La Boleta Militar llegó y con ella la llave de casa, los primero cigarros y los primeros ojos pardos con los que no pude dormir. Ella simplemente apareció en una reunión de la parroquia, nadie me la presento. Se sentó a mi lado y al instante conectamos, tenía la fe de un flaco Miguel Hugo y la confianza de un Estudiante de Superior, pero el permiso de mamá para estar fuera de casa después de las 11 la cagaba todititita. Sin embargo así como llego se fue sin decir adiós.

Ya con militar en mano y próximo a sacar libreta electoral (Si, esa naranja de tres cuerpos) Mamá me dio mi primer regalo, pues sentadita junto a los viejos muebles de la casa estaba ella, radiante con aquellos ojos caramelos que quizás sean los culpables de que me enamore hasta hoy de esos mismo tonos, sólo le faltaba la cinta y moño de cumpleaños. Mamá la había convencido para trabajar como consultora de belleza en su grupo y ella recordó la casa y a su vez a mi. Mi madre desapareció y se le veía contenta, sólo la vi reir como vieja alcahueta dos veces en la vida y en ese instante en la soledad de mi sala con las luces amarillas prendidazas y media familia en la cocina, me invitó a la fiesta del día siguiente. Nos dimos medio beso de despedida y una vez en mi cuarto le dí un puñetazo al interruptor. Casi me electrocuto y luego del susto, un jalón de orejas de mi hermano que me hizo ver estrellitas por malograr el cuarto. Lección: La primera ilusión siempre te hace mirar estrellas.

El día indicado llegó y fui con el Muelonsillo de antaño y el Tiburón, atrás se quedaron Sam y Kikin por ser chicos y el churro por… ya saben era el churro. Llegamos a la super fiesta, luces sicodélicas y la exclusiva cortadora que manejaba con destreza el DJ Chato Avila iluminaba intermitentemente su rostro y claro está, sus ojos. Tome la iniciativa y fui a su encuentro, ella me rodeó con sus brazos y ese apretón pausado y prolongado me decía mucho y nada a la vez. La bronca se acumulaba en mi interior y quería tan sólo puñetear el piso porque estaba allí con ella pero no había palabras, sólo sentimientos y silencio. Me dio medio beso, ingresó a la casa y en segundos salió con dos amigas para mis compañeros de chilingue y allí empezó el debacle, a ninguno les gustaban las flacas, se pusieron a un costado a fumar indiferentemente su cigarro.

Las nenas se fueron y sólo estaba ella con nosotros tres, los tabacos se consumieron en nuestros rosados pulmones y sin dudarlo fui en búsqueda de nuevos. A mi retorno tan sólo el silencio, por un lado Tiburón con otros amigos y mas allá el Muelonsillo conversando de lo lindo con mi nena. Me acerque, cogió mi mano me pidió no conversar en ese instante, eso sería al final de la fiesta y que entremos, tal vez no existiría otro día igual y me invito a entrar solo; quería estar esa noche conmigo, le pedí unos minutos para dejar a mis patas. Ella accedió.

Minutos después estábamos los tres discutiendo sin razón, de porque fuimos a esa fiestas, que mejor a chupar, en fin todo nada, con argumentos poco válidos. Se veía venir lo inevitable y finalmente volvió a ocurrir, aunque esta vez con bastante mas furia y mucho resentimiento, los puñetes llovieron por doquier.

Ninguno entro a la fiesta ella me quería comentar que estaba embarazada con 18 años (Me lo dijo un par de semanas después) y que se casaba con un amigo mío de otro grupo scout, a la fuerza, que siempre quiso saber como ubicarme, pero desaparecí, que le encanto conocernos en aquel tiempo, que fue una coincidencia el conocer a Mamá y que algún día cuando seamos gatos usemos cascabeles, nos reconozcamos y no dejemos pasar el tiempo.

Eso me resquebrajó, puñete un árbol, dolió; pero más me dolió cada puñete que le di al muelón, cada patada que le daba me dolía en el alma y eso no lo aprendí allí con la mierda revuelta. Como no lo entendí cuando borracho le daba golpes a mi hermano (No me devolvió uno sólo, tal vez me hubiese matado) por imponer el orden en casa un día antes de mi cumpleaños, mientras mi primo Herbert intentaba detenerme y aún así, se apareció sin recriminarme nada la noche siguiente en mi fiesta. Cada uno de esos golpes me dolieron más al no verlos, al tenerlos lejos y estar fuera de casa y quizás cada vez que lo recuerde y sea mas viejo duela más y más. Si, a puñetes aprendí que no se daña los que quieres y que puñetes de esos no se olvidan jamás. Gracias por su paciencia y esperar mi tardío aprendizaje

El Maiky

P.d. Lean un el blog del susodicho, les aseguro que les gustara tanto o mas que el mío es www.martingustavovargasbarrera.blogspot.com

miércoles, 17 de octubre de 2007

Una oriental en mi cama

Es la quinta vez que intento escribir este relato y confío en que este sea el último intento, la razón: es difícil de de explicar el cúmulo de sentimientos encontrados con esta fémina.

Vamos 24 años atrás, eran tiempos en que la industria peruana producía productos básicos con estándares de calidad primarios; si bien es cierto, en esos momentos mi incipiente membrana gris no comprendía la estructura económica del país; mis pies sufrían a diario al colocarme los ladrillos de Bata, mí sedoso cabello sufría el rigor del champú Glemo y mis refrigerios tenían ese particular aroma de plástico Basa con huevo duro. Fueron épocas duras, dejar a Mamá y a tía Cucha en casa, comprender que existía la palabra compartir y el ser el infante más joven del salón y por ende del colegio, me convertían en el ser más minúsculo de mi primer universo.

Sin embargo más allá de aquellas mirada intimidantes y las jodas mediáticas de los grandulones de tercer o cuarto de primaria, encontré en mi inmenso salón de clases mis primeros amigos, amigas, reinas de belleza y hasta algunos primos de cariño (tuvieron alguna vez condición de hermanos). Fue aquí dentro de este cúmulo de rostros blanquiñosos, morenos, prietos y hasta algunos indefinibles, apareció una chiquitita de cabello lacio y ojos rasgados que se ofreció a darme clases de: “Como cortar con tijera punta roma por el medio de la línea”. Luego de ese día esta seguro que aquella niña de rasgos orientales sería una artista del circo de Pekín o una afamada pintora. Algunos años después, cuando Hombres G y Virus se escuchaba por la capital de la ciudad y el cometa Halley, se convertía en el nombre mediático de nuestra promoción. La china reforzó mi percepción sobre su futuro vocacional, cuando provista de una regla y un delgadísimo plumón “Fine Pen”, elaboró con increíble precisión y paciencia la carátula de mi cuaderno marca Loro antes de la temible presentación del mismo para la revisión de mi pésima caligrafía, ortografía y redacción.

Las fiestas invadieron el buen colegio, los quinceañeros, los tonos pro-fondos y cumpleaños nos acercaban más, nuestro repentino desinterés por “Los Transformers”, motivado tal véz por el crecimiento repentino de la delantera nuestras compañeritas y esas ganas de conocer el primer amor, nos llevaban a tener largas y profundad conversaciones, con la madurez propia de adolescentes y con reacciones que hoy, de sólo recordarlas me generan carcajadas. Aún recuerdo al buen Loco Zafra, cuando tenía pelo, llenarse de valor para declararle su amor dentro de un ómnibus. Aquel mediodía luego de pagar el respectivo pasaje y entregarle glamorosamente el boleto de escolar en la mano, Amador (Nombre de pila del galán) tomo de la mano a la chinita y le dio un piropo histórico a sus, por entonces, delgadísimas y polliticas piernas. Bueno así contaron los rumores, aunque la China jure por La Sarita Colinia y Por Chacalón, que todo fue un invento.

En fin, una fría noche de primavera, aquella chinita artista dejo de alegrarme mis complejos y aburridos días (Que paciencia que tuviste) pues me alejaba de la ciudad y aunque el colegio era ya parte del pasado y parte los hermanos se habían convertido en primos, de alguna forma la jaladita tenía siempre una sonrisa para mi y de verdad se extrañó a la distancia.

Hace unos meses recibí un mail, donde la descendiente de orientales, me comunicaba que vendría al Cusco, la ansiedad por verla me embargaba y más allá de poderla ver ricotota y cañón después de algunos años, me producía curiosidad si seríamos ambas las mismas personas.

Tomamos una bebidas y conversamos de los amigos actuales, de los perdidos, de los recuperables y por supuesto de nosotros de nuestros amores así como de nuestras desventuras. Al cabo de unas horas, luego de unas botellas de Cusqueña y ligeramente mareados, llegamos a mi departamento. El acuerdo estaba dado: Ella estaría en mi cama. Si, aquel lecho reseco y desprovisto de fragancias femeninas desde algún tiempo la esperaba. Y así una oriental estuvo entre mis sabanas, claro que el pequeño detalles, es que mientras eso sucedía, mi buen spleeping me cobijaba.
Pues a pesar de que mis amigotes machistas y pusilánimes, piensen que son un rosquetazo, una prestadita de cama es eso ¿no?.
El fin de semana, la clon de Puka (Ver imagen) regresó por esta ciudad, nos metimos un rumbón de aquellos y aunque esta vez no existió la prestadita de cama, le comete del título de este blog y como era de esperarse quedo en darle una leida, espero le guste.
Increíble… esta vez si logré terminarlo y es que cuando estas próximo a cumplir "Bodas de Plata de amistad" es difícil explicar todo el cúmulo de sensaciones.

El Maiky
P.d. verdad "La China" Mire nunca fue artista, pero si Sociologa.

viernes, 5 de octubre de 2007

Del Tibu,Cocó, El Churro y otros exploradores

Ingreso a la maquina del tiempo y fácil giro la perilla con la esperanza de que esta de unas 18 vueltas al calendario y encontrarme con un entrañable Cocó (Con tilde en la O); que a pesar de llevarme unos 20 centímetros de altura encontraba en mí al compañero ideal para buscar flacas. Hijo de padre militar y madre abnegada, vió en el gordito de lentes al compañero idea para enrolarse en la cruz roja y los scouts. Ambas instituciones tenían para él un significado especial: Servicio. Para el barrigoncillo, una forma de matar el tiempo.
Cocó, junto a Celina, La Loba, La abeja Maya, Mateluna, Javicho Osorio y algunos otros intentamos, espero que con éxito, reflotar un alicaído grupo scout desgastado y cogido de los cogotes por el nintendo y la mofa de los infantes de finales de los Ochenta. Disculpen amigos, pero creo que él también fue super importante en todo este rollo. Juntos desempolvamos las casi apolilladas carpas del 124 para darle una alegría al Tio Pachas, a la incansable tía Gloria y la ocurrente Mery One, Two, Three. Todos disfrutábamos el dormir fuera de casa, acurrucados por las hormigas y perfumados por ese olorcillo peculiar, mezcla de berrinche con nafta que tenían las humedecidas lonas que nos protegían del frío de la Lima Serrana.

Éramos hombres de 12 años, envalentonados y dispuestos a todo, las mamis desaparecían por 3 noches y mientras ellas rezaban más de un rosario por sus infantes; los nenes formaban manadas de Tigres, Osos, Leones, Toros y demás especies de la Wildlife para convivir con la naturaleza y ser unos nenes agrandados.

Allí aprendí a prender una cocina y a cargar agua para beber, comer arroz quemado y tallarines pegoteados; tomar engrudo de desayuno (se supone que era Quaquer) y a agarrarme a una flaca oliendo a cebolla con atún.

Allí conocí que el fuerte ayuda al débil y aunque a veces Cocó me paraba de cabeza para que me deje de niñerías, siempre tenía esa mirada de avestruz para agarrar del pescuezo a algún palomilla. Una de esas noches de campamento el flaco organizó una cacería de delincuentes; todos provistos de palos con cuchillo amarrados en la punta y linternas perseguíamos a los malhechores. Algunos se quedaron en la carpas con su bolsita para la pichi, mientras que los héroes perseguíamos sombras por la noche.

Unas semanas atrás se cumplió ya 15 años que el Loco se fue, no recordé el día, es más no lo tengo muy presente desde hace algunos años, pero de seguro que tendría millones de anécdotas para contar de haberme dado cuenta que en esos meses de aquel otoño, que el huevas, ya de 15 años, crecía más rápido de lo normal.

Mi primer mejor amigo dejó este mundo, sin embargo mis hemanos scouts estuvieron allí como hasta ahora para continuar la palomillada, desquiciar a cuanto padre de familia y bautizar con chapas de por vida a más de un salamanquino.

Uno de los beneficiarios fue definitivamente el Tiburcio. Aquel moreno de voz parecida al de Oso Yogi y chispa permanente tenía por nombre Ronald. Sin embargo una noche helada de campamento, los baños colapsaron y tan sólo la arena de mar, así como algunas bolsitas y esquinas oscuras del club podían recibir los residuos del chaufa masacotudo de la cena. Sin embargo la mala fortuna y la luna llena iluminaban nuestro campamento, la llave que daba acceso a 200 metros de urinario y cagadero se perdió. Resultado: 60 chicos exploradores formaban colas de similares proporciones a los de jubilados en día de pago, claro que mientras los segundos es mano llevan siempre su dni, los chiquilines estaban provistos del "paper pot" (sic) en frente del ñoba.

Los primeros rayos del sol aún no lograban despertar a los exploradores, cuando de la playa una voz desgarradora clamaba ayuda: ¡¡¡Tiburón!!!, ¡¡¡Tiburón!!! Puta Madre… todos de pie y mientras corríamos a la orilla, nos preguntábamos cómo pudieron cruzar la cerca. ¿En qué momento?... y así todos desconsolodados frente a la piscina veíamos como flotaba inerte y de un lado a otro el mojonazo que la noche anterior uno de los mozuelos no pudo retener.

El acto fue adjudicado al buen moreno y a colación su chapa: Tiburón. Con los años este se redujo a Tibu y de no ser por la chapa del “Churro” Renzo (Guapísimo Scout con una fisionomía similar a la felpudini y cara de Toledo) se llevaría el máximo de los galardones.

La noche ha llegado y hoy quisiera tomarme una cerveza con muchos pero en especial con Martin "Celina” y Christian “La Loba Erótica”, reírme como un niño y carcajearme de los chistes pavos e inocentes que solíamos tener. Sin embargo no se puede, uno esta en Lima el otro en Santiago, pero no se preocupen hoy fue un día excelente, nada pudo salir mejor, talvez sabía que tomaría un trago en silencio con Cocó y me acordaría de muchos.

El Mayki

En la foto: Celina (Cuando era flaco), a su lado "Rambo", el tercero es el churro y en la parte posterior al otro extremo mi gran amigo Sam y el Kikin. Mención especial para el viejo Pachas, creo que lo ubicarán sin problemas.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Chichita



Hummm… se acerca la hora del richi y al pensar en la bebida que acompañará mi menuzaso de “dos lexs china” (S/2.50), la imagen de un vaso largo morado con un par de hielitos flotando en la parte superior del mismo no dejan de dar vueltas sobre mi cabeza. Acto seguido, los gestos cantinflescos de Caruso Chin imitando al Doc (Mi viejo) en una reunión de antaño solicitando tan limeñísimo refresco, me reafirman que la chichita es sin duda sinónimo de alegría.

-Carusito… Carusito… - pronunciaba con dificultad el buen doc, luego de estornudar unas 43 veces por el ajísito en el potaje de cumpleaños. Sin embargo la necesidad de pasar el pedazo de pollo que caprichosamente se alojaba en su garganta, le obligaba a levantar con solemnidad el dedo índice y solicitarle con pronunciación memorable: Una shishita pa bajar la carapulcra. Listo, han pasado cerca de 18 años desde aquella noche y aún me divierto con el hecho en sí y creo que mas aún con la imitación.

Sin embargo acabo de prolongar la carcajada al recordar que aquella noche Chichito (que no es el consorte de chichita) se metió una encerrona en el buen baño de mi hogar y no exactamente por arrinconar a una fémina como en relatos anteriores, no señores y damicelas, la culpa la tuvo Paracas (Dícese de aquel papel de los ochentas y principios de los noventa que por su finura, estoy seguro que mas de uno recuerda) pues desapareció de su ubicación natural. Por un momento pensábamos que se encerró sin querer y que por culpa de la caprichosa chapa, se estaba perdiendo de la fiesta. Nada que ver, cuando llegamos con el desarmador, cincel y el especialista en chapas, mi tío Don Goyito. Conocimos la verdad, pues sus desgarradoras súplicas nos estrujaron el corazón.
-Chichito ya llegamos con el cerrajero- Nooooo… (Cerca de las lagrimas)
- ¿Qué pasa Chichito? No hay… (Muy bajito)
- ¿Qué Chichito? Insistimos, mientras que del otro lado de la puerta con mayor firmeza y con la voz resquebrajada al mismo tiempo – No hay papel.

Luego de la risa respectiva y ante la ausencia de H20 procedimos a pasarle por debajo de la puerta, un ejemplar del diario “Ojo” que por aquel entonces traía el super poster coleccionable de la gaucha Claudia Villaroel. Hasta hora no entiendo por que no fuimos a comprar paperpot (sic)

Sin embargo volviendo a la Chichita, sería injusto obviar al galán de entonces playera Palomino. Aquella hija de La Molina que con sus chispas de barrio que nos alegraba las vacaciones, no tuvo mejor idea que mostrar sus carnes al sol con su ocasional afán. Ese muchachito si que tenía una personalidad increíble, pues luego de invitarla a la playa, llevarla en combi, vestir su Jean desteñido y llegar al “Silencio” con sus tabas de vestir, disfrutaba del día con un look propio de Don Ramón en Acapulco.

Palomino, no se si resignada o conmovida, planteó refrescar la mañana con una cervecita, el buen pretendiente no puso reparos en ellos, total el no pagaba esas cosas y ante la solicitud de nuestra amiga para completar el par de heladitas. El individuo sorprendió nuevamente: ¿Qué tienes más sed? Palomino no respondía mientras observaba como de su peculiar mochila Incaica el flaco extraía una botellaza descartable de la popular chichita recontra caliente. Palomino transmitía por su cara pavor, sin embargo el choche al percibir que su rostro tenía matices camaleonicos arremetió nuevamente: No te preocupes ahorita la enfrío en el mar.

Palomino, como las viejas pitucas de la reja de la Molina se despatarraba de la impresión y antes de que pudiera pedir los choritos a la chalaca, el galán tenía algo mejor que ello: No Amigo (Dirigiéndose con firmeza al mozo con sandalias) aquí yo tengo unos pancitos con Atún. No se equivocan, estaba en una bolsita de polietileno empañada por el calor y bueno por suerte la cebolla se veía fresca.

Nunca supe el nombre del pata, tan sólo decidimos referirnos a el como “Chichita con Atún” y le suplicamos más de una vez a nuestra amiga que le de una segunda oportunidad, sin embargo ella no accedió a nuestra petición y nos privo de simpaticas historias.

Me imagino que a la distancia Palomino también extraña nuestra morada bebida, claro que en su versión casera, así que si mañana disfrutan de unos sorbitos de tan increíble refresco, mándenos mentalmente un salud.

El Maiky

P.d. Ninguno en la foto es chichita… pero si algunos de nosotros (El Doc, El Verger, Carusito, El Maiky, Sam y Celina)

jueves, 20 de septiembre de 2007

El Cuarto de Verito

Su rostro con lagrimas y esa sonrisa invertida me producía pavor, a tal punto que llegaba a tener pesadillas y alejarme de cuanto payaso al ritmo de parchis chis chis intentaba convencerme, infructuosamente claro está, de lo agradable que era una fiesta a su lado. Hasta el día de hoy no le pregunto a mama Luz porque se le ocurrió llenar el espacio perlado del cuarto de mi compañera de picoles y el de la pequeña y frágil Verito con tremenda obra de arte terrorífica. Una buena tarde me arme de valor y decidí enfrentarlo, lo peor que podía suceder es que tomara vida y saliera del lienzo con una risa endemoniada y para eso tenía de protector a un buen oso de peluche con pinta de inspector que ante cualquier complicación quintuplicaría su tamaño y de un pezuñazo mandaría al averno al abuelo de Machin. Eran tiempos inocentes donde creo la mayor travesura fue atorarme en un barril por tratar de imitar al chavito del 8 y poner los pelos de punta a los tíos por escondernos por horas en el armario, que épocas.

Un buen día el jolgorio abandonó el cuartillo, la penumbra y murmullo se apoderaron del otrora santuario de juegos infantiles. Quizás para mama Luz aun éramos sus ángeles y provista de un rosario, agua bendita y correa en mano, se dirigía a nuestra guarida para expectorar a los duendes, levantar unas cuantas plegarias con fervorosa devoción o simplemente apagar la radio. Plafff la puerta reboto en la pared y el Miky con el que solía llamarme mutó por “Miguel Hugo” (Con el tono de voz de Doña Florinda cuando menciona Federico). Mi lengua estaba ligeramente ocupada y no le pude explicar nada, además la indignación brotaba por sus poros y si no salía rápido del cuarto mama Luz amenazaba con convertirse en el payasito del cuadro. Por suerte Palomino recibió con hidalguía el resondron, mientras yo huía cobardemente dejando a mi damicela en manos de la Santa inquisición y aunque la escena distaba bastante de la Zerie Rosa (A lo Chemo) dudo mucho que mi tía desee recordarla.

El cuarto es muy particular, el único punto de luz da a la canchita Prescott y al estar enrejado simula una celda medieval. Nunca mi prima dejo crecer su cabello como Rapuncel esperando que el principe Tiburón la rapte, pero si provista de una cuerda mandaba litros de limonada domingo a domingo para hidratar a su Manco de los 90: “Verger”.

Ya a inicios de la esta década las 4 paredes, expectoraron a mi compañera de picolines y el santuario retomó en algo ese aroma infantil con la llegada de Carlos Jamón y su Play Station. Verlo jugando con Costelo algunos años atrás me presento la realidad, el tiempo pasa. Tatin era ya Joselo y el chico de la casa tenía otro nombre, Verito ya no era pequeña y frágil, mi compañera de picolones era ahora mi compañera de Campesinos (Dícese de sanguchones salvajes que deleitan el paladar en horario nocturno, alegran el alma y complacen al estomago) y mama Luz ya no carga correa y ha vuelto a decirme Miky.

Ayer recibí una foto y en ella reflejaba la última historia del remozado cuarto. 5 añejos veinteañeros, 5 peliculas, 5 litros de gaseosa, 5 pocillos de canchita, 5 viciosos de las películas y luego de 25 minutos de largometraje ourgokkk… grrookk… jakjakk.. purfsss… ikikik 5 tipos de ronquidos ambientaron el lugar. Si alguno de los intérpretes de esa noche recuerda la película, por favor... publiquenla en el blog porque era malísima, fuera de eso aquella noche creo que fue una de las últimas juntos y en donde me vacile como antaño.

Es tarde y necesito descanso, sólo espero no tener una pesadilla con el bendito payaso, aunque creo que si apareciese, vendría en versión treintañera, con cara de mujer y cuchillo en mano.

Angel del guarda, dulce compañía…

El Maiky

viernes, 14 de septiembre de 2007

Quiero Pichi

Hoy es un día medianamente vago, le debo al cuerpo casi 12 horas de sueño en esta semana por tanto trabajar y también por una pizeada placentera hasta altas horas de la noche con una flaquixiri; pero la siesta es una de esos placeres de los que mi cuerpo ha sido privado. Coloco un cd de música celta, revoloteo las sabanas unos minutos y me mentalizo para entrar al reino de Morfeo. Se que esta lucha con mis hábitos puede ser infructuosa, así que decido darme una manito realizando el clásico ritual de las ovejas. 1, 2,3…40,41,42… 90,91 y en el preciso momento que la oveja 158 se transformaba en la flaquirixi de la pizza pero en un rico traje de baño en la orilla del mar… me dio ganas de bañito. Puff se esfumo y mi mente caprichosamente me mando a mixionar. Lo tome de buena onda y en vez de renegar pronuncie la frase famosa: “Quiero Pichi” , mientras avanzaba a tropezones hasta el baño sin sandalias.

Ya de retorno a mi acogedora plaza y media, sabía que la risa no me dejaría volver a ver a la nenita hasta que cuerpo duerma como de costumbre a las 11.00 p.m. así que aquí me tienen sentado dejando que mis dedos bailen en este abecedario de plástico frente a “Domitila” (Mi Compu). Al igual que mi viejo, se me complica llamar a las cosas y algunas personas por su nombre, a estas alturas de mi existencia creo que en mi caso es herencia genética.

Y es que desde chico me enseñaron que Jose Luis (Mi hermano) utilizaba su nombre de DNI solo para el colegio pues le decían “Tatin”, que mi viejo no se llamaba Reynaldo sino “Doctor” y que “Sra” era el sujeto que debía utilizar un esposo para llamar a su amada. Ya con el tiempo conocí a mis primeros amigos y el problema continuaba Victor German “Chicho”, Fernando “Nando” y hasta la vecina era “Yuyito”.

Y si a eso le sumamos que en el barrio sólo escuchaba “Pon”, “Cubito”, “Mitrón”, “Minio”, “Tamal”, “Papi”, “Pelao”, “Costelo”, “Drogo”, “Urcos”, “Dorea”… por mencionar solo algunos… de los que alguna manera marcaron mi carácter; tal vez sean los culpables de la forma de redactar más de una anécdota. Imaginen o retrocedan en el tiempo (los casi cuaretones) y visualicen al menos media docena de adolescentes bien aplatanados sobre un murito coloreado de celeste ochentero, puchito en mano bajo la luz de un poste de luz amarillenta. Las risas, historias y jodas se convertían para un primarioso como yo en un imán bastante más entretenido que la televisión sin cable.

En el interior de mi hogar las fiestas también dejaban historias y chapas; como dejar de mencionar a Yuli (leanlo así), tía de casi 90 años que me provoca una leve sonrisa de sólo pronunciar su nickname o el popular Polito, ex consorte de mi tía que utiliza ese apelativo para no mencionar su nombre: Florencio, saoooooo.

Alguna vez con la gente del cole a muy pocos meses de tener DNI llegamos a la conclusión que las chapas nos bajaban los bonos con las flacas, oe ¿Va venir pelo de choza? O ¿Dónde esta el gordo? … no pes malazo. Así que decidimos modificarnos en algo los nombres: Gustavo pasó a ser Guss. Antonio paso a ser Tony y a mi ¿Que creen? Maicol Giuc (leánlo así), de allí deviene el Mikehuke y que algunos años después se cambio a el actual Mayki. Si ya se … pero como dice el gran provebio charapa “Así pasa cuando sucede”.


Uno de los últimos en realizar un cambio de look a su name, fue el buen charapo, que de Rosendo paso a ser Rouse, ¿Qué tal? Creo que a bordo de su auto denominado “La Anaconda” por sus colores particularmente loretanos, en pleno nuevo siglo XX (Techo negro y todo lo demás naranja) decidimos rebautizarlo. Y en realidad creo que no existe nadie al que lo llame por su nombre, ni si quiera a mi buen tio "Pichi", pero que es el culpable de que escriba tantas boludeces hoy. Si… pelao (Mi hermano) es el buen tio L.A.S. aquel viejito inacabable, que luego de meterse una rumba de 45 minutos sin parar en la sala de la casa, al ritmo de Perez Prado, se bajo la bragueta y piissshh marco su territorio en la puerta principal de la casa. Cerraoo... lo llamamos el tío “Quiero Pichi” tal cual JB, parodiaba al aprista memorable. Ese mi tío, son ya mas de 16 años de aquella noche y no dejo de recordarlo de cuando en vez.

Hoy ya es Viernes por la noche, debo menos sueño, me muero de ganas de dar una vuelta con la flaquixiri de la pizza, pero mañana hay clases y ojala mañana llame a todos por su nombre. Bye



El Pichón (Apelativo otorgado por La Tia Rosita, mi vieja y reciclada por Herminio y Chicla a inicios del 2000)

jueves, 6 de septiembre de 2007

El Popular Palomino

Usualmente suelo regresar a mi nuevo lugar de residencia en bus y por alguna extraña razón siempre lo realizo por Transportes Palomino, como si tuviésemos algún vínculo invisible e ineludible. Y creo que se cuando empezó todo.

Mi cuarto a mediados de los noventa se había convertido en la base de operaciones para cualquier actividad relacionada con la perdida del tiempo: Campeonatos de Telefunken, tocadas de guitarra, reproducciones de casett a casett, es más de Cd a casetera, claro esta con el infaltable cigarrillo que le daba al cuarto un especial olor que ahora sólo vive en el recuerdo. Una de esas tardes el buen Salo, llego con la novedad del auto nuevo.

¿Auto Nuevo?, que alucinante, era las 3 de la tarde de un día de semana y uno de los patas tenía auto nuevo. Rápidamente mi cerebro empezó a relacionar ideas. Auto nuevo = Flacas, auto nuevo = Playa con chelas y cigarrito, auto nuevo = Música a todo volumen y medio barrio, cual combi, trepados y mirando sobre el hombro a los que se movilizan en “Doch patitas”. En segundos ya estábamos en la puerta de mi hogar observando como se producía un idilio entre el treinton ford azul de mi viejo con el auto nuevo de Salo, no me asombre pues el auto nuevo era casi contemporáneo con el polvoriento Kid (Como cariñosamente lo llamábamos), con la diferencia que su apariencia de Bocho achibolaba su motor y accesorios.

Luego de la desilusión inicial, le tomamos cariño, sus frenos desgastados, su puerta descuadrada y su encaprichado encender nos alegraba aquellas tardes donde las horas discurrian lentamente. El Perú ya había cambiado, pero la expectativa de los noveles jóvenes distaba mucho de lo actual y si bien tenía la suerte de elegir si seguir estudiando o no, esta situación era difícil de extenderla a los demás del barrio. Talvez por estas razones la patota se trepaba al buen bocho para dar vueltas alrededor del barrio y bueno la ausencia de placa, la carencia de brevete del conductor y la posibilidad latente que el motor decida tomarse un descansito en plena calle nos disuadia de visitar algún distrito aledaño.

Sin embargo de a pocos nuestra relación se volvió mas intensa y la confianza, así como nuestro conocimiento de sus mañas y artilugios nos llevo a desafiar las leyes de la física y la ciencia automotriz. Esa tarde La Maca, Salo, Kikin, Verger y El Maiky treparon al hijo predilecto de Volkswagen después de la empujadita de rigor. El destino fijado: La Planicie, barrio pitucón que desde su nacimiento restringía el ingreso de los visitantes con prietos guachimanes provistos de ridículas varas de policia. Luego de casi 40 minutos de viaje (usualmente se realiza en 20), una subida heroica que casi funde el motor y luego de soportar los hedores propios del verano mezclados con un olorsillo hediondo de alguien que le cayeron mal las menestras, nuestro imponente y hasta ese momento anónimo vehículo se codeaba en la fila con autos relucientes y con olor a cera y simoniz.

Sólo en ese momento reaccionamos, teníamos un auto con pinta de coche Bomba y nuestro look era muy similar a la de los integrantes de la aquella mancha de amigos que salían en la serie “Los Choches”. Probabilidades de pasar la traquera: 5%.

Una llamada de atención de Salo para mantener la compostura. La consigna: Firmeza y personalidad hasta pasar la vara.

Y el momento llegó, el marroncito inclinó su cabeza e indago por la familia que nos recibiría. Salo al estilo militar dejo que su garganta expulsará con la firmeza planificada el apellido de la nena: ¡¡¡Palomino!!! Y en ese instante Putucum el bochito se rindió, no aguanto mas y el motor se apagó, las risas invadieron el interior del auto, mientras los frenos no aguantaban el rigor de la cuesta, los demás autos de la fila veían con pánico que el auto retrocedía sin control, las puertas se trabaron y entre la desesperación y carcajadas no podíamos salir.

Por suerte no chocamos al BMW que estaba unos metros tras de nosotros y luego de una empujada logramos ingresar, nunca vimos a la flaca pero cada vez que la mancha escucha ¡¡¡Palomino!!! Una sonrisa es imposible que no se dibuje en nuestros rostros.

Ya saben donde comprar su pasaje en bus cuando vengan al Cusco

El Maiky


sábado, 25 de agosto de 2007

Tanta Huev... (Piiiii)

Por suerte el frio y crudo invierno esta terminando, sin embargo mis patas siguen heladas y deje de fumar. Y es que el cigarro me ha acompañado desde los 15 años cuando un día con Coco, que en paz descanse, me enseño a golpear. Se me hizo fácil y 15 años después la nicotina y alquitrán dejan de ingresar a mis pulmones. No se si el personaje central de esta historia también lo haya dejado, ojala que si, pero no recuerdo a nadie con la capacidad de meterse tantos Malboros lights y rojos en una tarde. Tal vez esa sea una de las razones que posea tal vozarrón.

Simplemente apareció en mi casa, nunca nadie me lo presento, es más creo que tampoco le interesaba ni saber mi nombre, pues por su particular modo de entender el mundo sólo algunos privilegiados podrían rebatir sus teoremas. Es mas el tío Charleston alguna vez departió con el pelao cincuentón un trago y discusiones políticas, mientras yo disfrutaba el espectáculo. Sobre todo cuando pateaba el tablero y de su boca salía la frase: “Ey Joe.. Tanta huev…(piiii pitito por si hay menores cerca)”. Es mas los mas chicos del barrio no sabíamos su nombre sólo le decíamos “Tanta” en honor a su tan mentada frase.

Mi viejo, el Doc, creo que es uno de los pocos que lo entiende, creo que hasta le tiene camote porque cuando lo ve no le dice Juan José (Nombre que utiliza como genérico, cuando no se acuerda del nombre de alguien) sino lo adjetiviza como el Loco.

No se como estuvo con la Ingeniera, es más no se como en esa época, alguien podía entablar una conversación mundana con este individuo más de 3 minutos. Pero bueno ustedes saben que a mi me gusta conocer todo tipo de personajes. Tratar de entender, cómo a pesar de la diferencia de edad podía pasar tantas horas con Costelo y de alguna manera con tanta gente.

Una gran anécdota no tengo, aunque si el recuerdo de una tarde bastante divertida en la playa Santa María, ese día aprendí a reparar un volswagen con un cablesito adefesioso y como no pasar desapercibido en una playa.
Alguna vez estuvo por el Cusco y luego de enamorarse de una brichera (Aunque no me creas era brichera, las conocía a todas) entregarme una cómica por vender su laptop y ser víctima de una perdida de algunos cientos de dólares, no lo vi mas por este, mi nuevo hogar.

La razón, se casó. ¿Si me sorprendí? Claro, pues el y Jaimito erán mis íconos vivientes para la soltería, ahora sólo me queda Jaime. Y es que tan mala gente no es, detrás de esa pelada y esa imagen de patán alienado, está un pata que me saluda todos los días por el messenger, un individuo que se preocupó por mi familia el día del terremoto y logró que en menos de media hora todos respiremos tranquilos al comunicarse con Costelo, porque en algunos de esos días que mostraba lucidez recibí una muy buena clase de ventas y porqué creó que el personaje del rudo Joe, creado por el, le divertía más que el del sensible Xavier.

El Mayki


P.D. Joe odia a mi amigo el Oso Hugo, pero estoy seguro que Xavier lo adora.

domingo, 12 de agosto de 2007

Camiuch y El Latin Lover

Las parrilladas en la casa de mi compañera de picolines son simplemente espectaculares, papita amarilla, carne bien aderezada, chorizo parrillero y una generosa cucharada de ajisito te pueden llevar al delirio.

Fue hace unos pocos años que la banda del choclito de reunió alrededor de la parrilla, todo iba bastante bien, hasta que apareció Camiuch. En esos momentos el capitán empezó a dejar volar su imaginación y lanzaba una promesa al viento. “Esa es mujer. Yo podría ser su hombre de la casa”. Y es que Camiuch con su metro ochenta, cabellera rubía y glamoroso vestir nunca pasa desapercibida.

Esa misma noche Camiuch provista de un tazón de ocopa se acercó a nuestro grupo y ofrecía al estilo de Marilyn Monroe la cremita inofensiva al buen capi. Uy que rico pronunciaba picaremente el galán de la historía. Camiuch ni se inmuto más bien se produjo una histórica conversación que estuvo guardada celosamente en el seno de la banda...

Camiuch: ¿Y que es de tu hermano? (Dirigiéndose al Capi con aparente inocencia)
Capi: Ese (Obviamente con acento charapa) ni para en la casa, es un Latin Lover ... (Con una seguridad de Macho Latino)
Camiuch: Ja, ja ja pero si el Latin Lover eres tú.

Suficiente, al capi le dio la garrotera al fiel estilo del Chavo del 8 y en vez de responder a las palabras sensuales de Camiuch, tan sólo atino a llamar repetidamente a su fiel novia Kelly (pekinesa traviesa de avanzada edad).

Camiuch se retiro de la escena ondeando su rubia cabellera y nosotros quedamos pasmados por la pasividad del hombre que ostentaba hasta ese momento de una reputación inmaculada en cuanto a conquistas se refiere. Dejo de ser Pantaleón Pantoja para convertirse en un liliputiense inofensivo.

Hoy, Camiuch sigue produciendo suspiros y parando el tráfico, el capi ha logrado superar el trauma que le produjo la ocopa y la bomba de las parrilladas y yo espero pronto estar por el barrio disfrutando de los placeres de la parrilla, de seguro sucedera algo para recordar algunos años después.

El Mayki

P.d. Agradecimiento a Costelo por llamarla cariñosamente Camiuch y ahorrarme la busqueda de un seudonimo adecuado para ella

domingo, 5 de agosto de 2007

Mamá, Mamá… Me he enamorado

Chatear con una “EX” puede ser toda un experiencia dolorosa, un saludo a la bandera, un retorcijón en el estomago de esperanza, un alivio por una palabras no dichas en su momento o simplemente una conversación agradable cuando no hay nadie domingo a las 2 de la tarde en el Messenger. Hoy luego de una de estas experiencias y ante la promesa de convertir el domingo en un día creativo, decidí realizar un recuento de algunos de los amores platónicos, prohibidos, dolorosos, efímeros hasta inverosímiles que rodearon el barrio. No se preocupen tratare de encubrir en algo sus identidades Shuuuuuu…

Una de las terminadas mas memorables fue cuando en un cumpleaños de la Reina de los Picolines la tía Carmencita sacaba cuenta dulcemente de la edad de la cumpleañera y de la mia, al frente de mi primera enamorada conocida. ¿Se acuerdan cuando iban juntos al nido?” interrogo inocentemente la tia y a posteriori continuó “Mirenlos, si ahora tienen 14 años”. Bomba atómica. El Mayki salió disparado del lugar y atrás suyo la indignada enamorada traía junto a su cuchillo, una cruz inquisidora y un dictamen que sentenciaría a la larga una de mis primeras rupturas amorosas. El Motivo: Le había dicho que tenía 15 años y por consiguiente éramos de la misma edad, obviamente la Tía descubrió la mentira. Lo acepto…Por mi culpa…Por mi culpa… Por mi gran culpa. Resultado: Terminamos. Mire al cielo y pronuncie: Injusticia. Algunos años después Chin Chin, no se si motivado por algún mandado divino, entablo una relación con la misma nena (Si, mi ex); lo curioso es que un buen día ella lo esperaba en el lugar de siempre, pero el nunca llego. Ella lo busco horas días, meses, años para descargar su bronca por como la había dejado plantada y obviamente terminar. Nunca lo encontró, Nunca le dijo Terminamos. Venganza Divina.

Por suerte más es la pimienta que le suelo colocar de lo que realmente paso; aunque alguna vez si llegue a asustarme cuando “Cicatriz” intercambiaba lenguetazos con “Satty” en una discoteca del sur por mi cumpleaños. Y es que todo fue muy rápido. Usualmente “Cicatriz” paraba al costado de “Erotika”, regalándose sonrisas, susurrándose caricias, flotando in love, pero esa noche “Satty” provista de un pantalón blanco similar al del pelaje de inocente conejita, rompía miradas y es que estaba tan ceñido hasta podía haber sido parte de su piel. Esa noche “Erotika” hizo tripas corazón y no dijo nada, aunque sabía que el silencio no sería eterno, como que no lo fue. Noches después, obviamente matizadas por el alcohol, tocaban el tema en la esquina de un parque. A unos metros Chito, Cicatriz, La China y Yo al ritmo de “Tu amor es una trampa.. una trampa maldita” tomábamos unas chelitas con el botiquín en la mano por si teníamos que salvar a alguna víctima, afortunadamente no hubo una jalada de greñas de pollada ni mucho menos se rompió la amistad, quedaron en ser: “Hermanas de Lengua” . Y … bueno la Justicia demora a veces, pero llega; hace un tiempito recuerdo al galante de antaño solicitando un piquito aventurero en el umbral de la puerta de Erotika, ante la negativa de ella.

Pero si de ilusiones se trata el buen “Erto” (Cabello corto, chato, blancón) se lleva el galardón. Eran buenas épocas, uno podía confiar en el mientras se conversaba con un cigarrito por las calles del barrio. Uno de esos domingos por la noche llega emocionado hasta las lágrimas, no lo podía creer, había encontrado su alma gemela: Mujer, cabello castaño claro y rizado como el de un ángel, ojitos inocentes y cautivadores, piel tersa, suave y dotada de una inteligencia y madurez que a sus cortos 18 años le parecía imposible de creer. La conoció gracias a la Ex del primer relato y en un parque en compañía de un Ron barato habían conversado de la vida, amores, esperanzas y desventuras.

Erto no lo podía creer el angel vivía a sólo unos metros de su casa y nunca la había visto. Su nombre: “Sand”. Regresaron juntos al amanecer y los besos de la madrugada anterior nublaban el lado racional de Erto, no importaba nada en ese momento, él sólo tenía ganas de gritar al mundo lo que sentía… y como que lo hizo. Abrió la puerta de su casa a las 7 de la mañana y en pleno desayuno familiar no pudo más Mamá… Mamá… Gritaba eufóricamente, toda la familia salió al borde del pánico, sólo para verlo terminar de desahogarse con los ojos cerrados: Me he enamorado Mamá.
A la tarde siguiente Erto me lo contaba con desparpajo y sin vergüenza, con la convicción de un ser enamorado. Bueno en realidad no me lo contó sólo a mí, sino a muchos más, con el mismo entusiasmo que yo lo escuche la primera vez. Al cabo de unos pocos días todos supimos quien era “Sand”, nadie nos dijo de sus perlas, todos ya teníamos algunas y juntos podíamos armar un collar con las que cada uno por separado sabía de ella.
Por suerte la hermana de “Erto” fue la encargada de entregarle el currículo de su musa, como comprenderán nunca le dijo Ex, ya que nunca hubo una declaración que iniciará el idilio.

Hoy con las patas heladas dentro de unas colchas en una cama de plaza y media, luego de una noche al lado de una gaseosita sin hielo en un bar cusqueño y después de una tarde de recuerdos; me pregunto si es tiempo para el amor … En fin sólo espero que el día indicado no llegar a casa como "Erto" con el Pan y los Tamales gritando: Doctor.. Doctor… Me he enamorado Doctor (Se imaginan la cara de mi viejo)

viernes, 3 de agosto de 2007

¿Fue Jesús, el de la Crush?




Creo que es más sencillo para mí el trabajar textos publicitarios, que redactar historias; así que tratare, a pedido del Tio Celina, de ser mas sencillo.

Hoy conversando como de costumbre con el taxista, filosofábamos muy alturadamente sobre “Cuando te toca te toca y cuando no… No te tocas pes…” debido a lo circunstancial que estés cerca o lejos de la muerte, en ese momento decidí adelantar esta entrega que también formo parte de nuestras aventuras.

Fue un verano de aquellos en donde chapábamos combi y nos largábamos de campamento, La Banda del choclito esta recién formada y ganas era lo que mas sobraba con tal de salir del barrio y disfrutar de “El Mar, Los placeres del mar…El Mar”

El campamento tenía lo de costumbre, Ron, afanadores como Vivogusto, Chela, galanes como “RosGiver” con su gorrita soluciona todo, Cigarritos, la “Hola amigitos” con ocurrencias y bueno… algunas cosas mas. Pero fue al mediodía de la mañana siguiente que ocurrió un episodio que aún se torna un poco difícil de comprender.

La resaca había sido fuerte y con “RosGiver”, “El amigo del Chavo” y yo salimos cual surfistas expertos en busca de las olas. Al inicio todo bastante tranquilo. Nosotros dentro revolcándonos con las olas, una y otra vez al fiel estilo pechito y fuera el Choclito entretenido con su castillo de arena y Vivogusto con su técnica tequila tras Subs. Dado que ninguna fémina quedaba impresionada por nuestro despliegue de destreza delfinística, decidimos ingresar un poco más.

“Con el mar no se juega” decía la tía Rosita y vaya que en ese momento recordaba la frase, la marea subió repentinamente y a la voz de “Vamos” lográbamos con dificultad avanzar algunos metros. Podía ver al Charapa que se ponía de pie y pensaba que sólo era cuestión de dos o tres brazadas que podría ponerme yo también de pie. Sin embargo mi nombre se pronunciaba con dificultad tras de mi, al voltear sólo veo un cuerpo que intentaba ponerse a flote a duras penas.

Un grito de ayuda salía de los cancinos pulmones que ya pasabas la factura de la mala noche y vuelta mar adentro, durante el trayecto algunas imágenes venían a mi mente cual película que presiente la partida de alguien. 10 metros mas, 5 metros mas… 1 metrito… no te hundas con la mano arriba cual Terminador. La puta madre… se hundió.

2 segundos después luego de una zambullida instintiva me encontraba con “El amigo del Chavo” a flote con sólo agua verduzca y salada alrededor. 30 segundos después estábamos los tres bastante lejos de la orilla, bastante lejos del barrio, hasta por momentos de la vida misma. Pregunta: ¿Me muero, se muere, nos morimos los tres? No quedaba mucho tiempo los brazos estaban por fallar y la razón vencía al corazón. Cuando, cuál estampita de Navarrete, apareció con una ropa de baño blanca como las nubes, un individuo de barba poblada, cabello largo, cuerpo delgado y mirada pacífica… y cuando relato que apareció es, porque simplemente apareció de la nada, trepado en su tabla Surf como si con la mirada dominara al embravecido mar. Un par de cachetadas al ahogado y con una señal con una de las manos indicándonos la orilla.

No recuerdo ni la cantidad de brazadas ni el tiempo que duró nuestra epopeya, en la orilla más allá de unas tías mofletudas que movían la cabeza y alejaban a sus pequeños de nosotros como si fuésemos escoria; nuestros compañeros de carpa y nuestras admiradoras de la carpa vecina imaginaban que estábamos quizás comprando chelas, pero menos que estábamos mar adentro.


10 minutos después sólo el silencio era el común denominador entre los tres, el buen samaritano vestido de surf desapareció, nunca más lo vimos, es más nadie lo había visto antes ni lo vió después; luego no hubo reproches, creo que ese día algo sucedió con “El amigo del Chavo” salió del mar pero parte de esa chispa que le conocíamos se la llevo la marea. No acabó el campamento… regresó a Lima y bueno, ustedes saben el campa debía continuar, como que continuó.

Claro que siempre quedo la duda. ¿Habrá sido el la Cruzshhh?... Si fue así Gracias Pa, como dicen en mi nuevo pueblo.

El Mayki

domingo, 29 de julio de 2007

El día que se escucho crash desde un balcón


Hurgando entre mis recuerdos, dado que por el momento gozo de tres cosas que pocas veces pueden congregarse en mi cerebro: Lucidez, Paciencia y Tiempo, los recuerdos vienen a mi y algunas historias se recrean sobre la pantalla de la compu, como si observará una película repetida en HBO.

Eran tiempos donde que las casacas de Jean, las guitarras acompañaban las reuniones chelisticas con temas de Pedro Suarez (Obviamente aprendido de algún Funky) claro hasta que llegaba alguno de la promo vieja a llamarnos la atención por la bulla y gallos que salían de nuestras gargantas; así hoy, luego de ver a la recepcionista pasar por mi lado y tratar de descubrir con que me río tanto, me acorde por su estatura, tamaño y sonrisa de un personaje que recorría algunos kilómetros para encontrarse con este grupo veinteañeros y chibolas con D.N.I. de estreno.

A ver, la primera vez que la ví, estaba sentada junto a un grupo de San Borjinos con los que alguna vez departimos más de una fiesta en la casa de Chito. Si mal no recuerdo era un viernes, “El amigo cacheton del Chavo” había tocado mi puerta y con su peculiar estilo para pedir las cosas no tuvo que decirme mucho para ir a tomar unas aguitas. Nos dirigimos a buscar a “La pequeña y frágil” pero no estaba: “Se fue con su prima” fue lo único que atinaron a decirnos del otro lado de la puerta. Se imaginarán que una cajita de Cusqueñas heladas entre dos calzoncillos, no era la voz; así que guiados por las antenitas de vinil llegamos al lugar mencionado al inicio de este párrafo.

Luego de un saludo precipitado, me senté a su lado sin pensar que años depues, formaría parte de más de una docena de historias. La escogida hoy es, la de la chica que rompió un corazón en una noche lejana. Y es que existen invitados que sólo aparecen en uno o dos capítulos de una serie como máximo pero son memorables. Al grano… Fue una fiesta en La Molina, como era de esperarse la fiesta estaba por demás descontrolada, algún poste de la calle albergaba fugaces promesas de amor, ante el estupor de las vecinas por la minifalda que ondeaban gracias al buen floro del Chito. Y si pes, al no haber Chito y Chin Chin haber chocado un auto la semana anterior, improvisaron y colocaron un chofer inexperto en cuanto a 4x4 y trabagas se refiere. En fin faltaban chelas y había que ir en su encuentro, El tio Miki dejó la caña en medio del Ovalo de la de Lima, con todos los seguros activados y dentro de ellos dos individuos picados pero no ebrios. Obviamente esa 4x4 jamás avanzo no más de 300 metros. A pesar de los desesperados esfuerzos de la fémina que intentaba empujar con sus cuarentaitantos kilos la mole roja.

Una leve lluviesita Limeña completaba la escena, y luego de dar la vuelta a la Universidad de Lima en busca de un miserable teléfono (recuerden que los celulares eran una cosa “exclusive” para esas épocas) logramos que Ñoño viniera a nuestro encuentro, enfadado no por el auto, ni por las chelas faltantes, sino por la pasividad de los rescatados. Dentro se su imaginario deseaba Lunas empañadas, dedos marcados y ese olor tan peculiar que suele a veces emanar un lugar cuando su encuentran dos cuerpos, Nimi, nada ni un piquito se olfateaba en el ambiente. Ya algunas lunas habían pasado desde ese primer encuentro y poco quedaba de aquella noche que con su gorrita ingresaba a nuestras historias.

Si, así fue. Ñoño repetía decepcionado frases irrecordables, a nuestra llegada no hubo el alboroto que se podía imaginar, todos seguían en lo mismo, habían pasado casi 2 horas y todo estaba igual. Bueno casi igual… En solitario con la cabeza apoyada sobre sus brazos cual Gato Ronron… estaba Ianluca (Aquel primo que estaba sólo aparecía en cumpleaños) cantándole a Luna por su amada perdida, solo, apoyado sobre el balcón, rezándole a los dioses para que la pureza de su musa se mantenga impoluta. Nunca recibió explicación, nunca más se le vio aparecer, tan sólo mando una mirada al mismísimo estilo de Gaby Pérez del Solar… ¿Qué pasó después? Desconozco mayormente, sólo se que esa noche la flaca de gorrita coqueta destruyo el corazón de un gato Ronron.

jueves, 19 de julio de 2007

Se nos fue el chato...




Esa frasecita, la escuche más de una vez en el último matrimonio al cual tuvieron a bien invitarme. Ya lo perdimos repetía una y otra vez sobre mi hombro, con risita entrecortada. A la distancia pienso que no deja de tener razón mi compañera de picolines. Lo perdimos. Pues dentro de esta esfera denominada sociedad, existe una línea punteada invisible entre los casados y solteros. Dejas de ser individual y pasar a ser parte de... o complemento de... lo cual como quieran verlo o decirlo. O es que ustedes señoras esposas no conciben una reunión de amigos hasta las 6 de la mañana en donde sólo hay chelas, ron ,whisky o el trago favorito de los bebedores, con cigarritos y en donde la conversación gira en torno a anécdotas de antaño con alguna ex de punto. Ja y eso si la compañera de lecho es bien pensada, como diría mama Luz: "Eso se acabó"; ¿Así les dirán a mis amigos hoy ya casados?. ¿Será cierto eso?. Asi, hoy aqui sentado y un poco aburrido de tanto marketing, me acorde del cabecilla de la banda o ex banda y de nuestro ultimo encuentro...

El día que regresaba a mi nuevo terruño (aun no se por cuanto tiempo) me encontré a el celebre ahora Esposo en el Terminal de Tepsa, me llamo por mi apellido, cual escuela militar, ¡¡¡Se imaginan!!! Jamás en más de una década de conocerlo escuche pronunciar mi apellido por este individuo de corta estatura, pero gran sentido del humor. Síndrome post-boda imagine; aunque en realidad lo veía igual que cuando salíamos trepados del Forni, Mil Stickers, Party Car o de la Anaconda por las noches de Lima de los 90, claro que ahora anillo en mano. Nos saludamos y por las primeras palabras que pronuncio tuve la impresión que "Don Raúl" padre del choclito tuvo razón noches anteriores, cuando luego de unas cuantas chapitas de Cristal me repetía: "Son etapas de la vida que hay que quemar... Ya lo entenderas". Sin embargo al cabo de un minuto nos encontrábamos comentando lo de siempre... ustedes ya se imaginaran que. El encuentro fue corto, el bus partía y la esposa esperaba en el estacionamiento (Sorry... Sra. sólo me percate de su presencia cuando el auto se alejo, sino me acercaba) nos despedimos como antes, con la duda, al menos de mi parte, si existirán mas lateadas con puchos Malboro, Sanguchazos y Tacos maleados o un par de latas de chela por simple tertulia. Vuelven a regresar a mi mente las palabras de "Don Raúl"... hasta los comentarios de la Familia Ortega cuando el primer Huambrillo se fue del nido: "Cuando uno empieza, el resto sigue rapidito" con el estribillo propio del oriente peruano, y es que el matrimonio es algo que esta reservado para aquellos que están muy enamorados o realmente son muy pavos. No concibo un matrimonio por edad, soledad, metida de pata aumenten lo que ustedes quieran, tan sólo concibo una razón valedera, el estar realmente anonadado, templado y seguro que ese complemento perfecto para el hombre esta a tu lado.

Chau Chato... al menos al Noventero, ese que vivirá en cada anécdota y chiste de antaño. Ve contento y feliz que los que te despedimos desde el puerto Salamanquino siempre estaremos esperando tu retorno sin importar la versión que esta sea. Sra. Esposa en sus manos encomendamos a nuestro Chato, confiamos y agradecemos que este en sus manos.


El Amigote.