viernes, 5 de octubre de 2007

Del Tibu,Cocó, El Churro y otros exploradores

Ingreso a la maquina del tiempo y fácil giro la perilla con la esperanza de que esta de unas 18 vueltas al calendario y encontrarme con un entrañable Cocó (Con tilde en la O); que a pesar de llevarme unos 20 centímetros de altura encontraba en mí al compañero ideal para buscar flacas. Hijo de padre militar y madre abnegada, vió en el gordito de lentes al compañero idea para enrolarse en la cruz roja y los scouts. Ambas instituciones tenían para él un significado especial: Servicio. Para el barrigoncillo, una forma de matar el tiempo.
Cocó, junto a Celina, La Loba, La abeja Maya, Mateluna, Javicho Osorio y algunos otros intentamos, espero que con éxito, reflotar un alicaído grupo scout desgastado y cogido de los cogotes por el nintendo y la mofa de los infantes de finales de los Ochenta. Disculpen amigos, pero creo que él también fue super importante en todo este rollo. Juntos desempolvamos las casi apolilladas carpas del 124 para darle una alegría al Tio Pachas, a la incansable tía Gloria y la ocurrente Mery One, Two, Three. Todos disfrutábamos el dormir fuera de casa, acurrucados por las hormigas y perfumados por ese olorcillo peculiar, mezcla de berrinche con nafta que tenían las humedecidas lonas que nos protegían del frío de la Lima Serrana.

Éramos hombres de 12 años, envalentonados y dispuestos a todo, las mamis desaparecían por 3 noches y mientras ellas rezaban más de un rosario por sus infantes; los nenes formaban manadas de Tigres, Osos, Leones, Toros y demás especies de la Wildlife para convivir con la naturaleza y ser unos nenes agrandados.

Allí aprendí a prender una cocina y a cargar agua para beber, comer arroz quemado y tallarines pegoteados; tomar engrudo de desayuno (se supone que era Quaquer) y a agarrarme a una flaca oliendo a cebolla con atún.

Allí conocí que el fuerte ayuda al débil y aunque a veces Cocó me paraba de cabeza para que me deje de niñerías, siempre tenía esa mirada de avestruz para agarrar del pescuezo a algún palomilla. Una de esas noches de campamento el flaco organizó una cacería de delincuentes; todos provistos de palos con cuchillo amarrados en la punta y linternas perseguíamos a los malhechores. Algunos se quedaron en la carpas con su bolsita para la pichi, mientras que los héroes perseguíamos sombras por la noche.

Unas semanas atrás se cumplió ya 15 años que el Loco se fue, no recordé el día, es más no lo tengo muy presente desde hace algunos años, pero de seguro que tendría millones de anécdotas para contar de haberme dado cuenta que en esos meses de aquel otoño, que el huevas, ya de 15 años, crecía más rápido de lo normal.

Mi primer mejor amigo dejó este mundo, sin embargo mis hemanos scouts estuvieron allí como hasta ahora para continuar la palomillada, desquiciar a cuanto padre de familia y bautizar con chapas de por vida a más de un salamanquino.

Uno de los beneficiarios fue definitivamente el Tiburcio. Aquel moreno de voz parecida al de Oso Yogi y chispa permanente tenía por nombre Ronald. Sin embargo una noche helada de campamento, los baños colapsaron y tan sólo la arena de mar, así como algunas bolsitas y esquinas oscuras del club podían recibir los residuos del chaufa masacotudo de la cena. Sin embargo la mala fortuna y la luna llena iluminaban nuestro campamento, la llave que daba acceso a 200 metros de urinario y cagadero se perdió. Resultado: 60 chicos exploradores formaban colas de similares proporciones a los de jubilados en día de pago, claro que mientras los segundos es mano llevan siempre su dni, los chiquilines estaban provistos del "paper pot" (sic) en frente del ñoba.

Los primeros rayos del sol aún no lograban despertar a los exploradores, cuando de la playa una voz desgarradora clamaba ayuda: ¡¡¡Tiburón!!!, ¡¡¡Tiburón!!! Puta Madre… todos de pie y mientras corríamos a la orilla, nos preguntábamos cómo pudieron cruzar la cerca. ¿En qué momento?... y así todos desconsolodados frente a la piscina veíamos como flotaba inerte y de un lado a otro el mojonazo que la noche anterior uno de los mozuelos no pudo retener.

El acto fue adjudicado al buen moreno y a colación su chapa: Tiburón. Con los años este se redujo a Tibu y de no ser por la chapa del “Churro” Renzo (Guapísimo Scout con una fisionomía similar a la felpudini y cara de Toledo) se llevaría el máximo de los galardones.

La noche ha llegado y hoy quisiera tomarme una cerveza con muchos pero en especial con Martin "Celina” y Christian “La Loba Erótica”, reírme como un niño y carcajearme de los chistes pavos e inocentes que solíamos tener. Sin embargo no se puede, uno esta en Lima el otro en Santiago, pero no se preocupen hoy fue un día excelente, nada pudo salir mejor, talvez sabía que tomaría un trago en silencio con Cocó y me acordaría de muchos.

El Mayki

En la foto: Celina (Cuando era flaco), a su lado "Rambo", el tercero es el churro y en la parte posterior al otro extremo mi gran amigo Sam y el Kikin. Mención especial para el viejo Pachas, creo que lo ubicarán sin problemas.

2 comentarios:

Martín Vargas dijo...

A ver, los años pasan y los rollos se quedan. Pero eso es lo que se ve, lo tangible. Recuerdos como los de Cocó, lo que nos dejó el escultismo en nuestra infancia (los amigos, a aprender a ser hombrecitos)o los chistes bobos de tres ganapanes fumando un hamilton colectivo en Garcilazo a las dos de la mañana, son huellas indelebles cumpa. Y a pesar de lo domesticas que resultaron en ese entonces, cada uno de esos pasajes deja una enseñanza, el código de barras de quienes no sólo estuvimos en las buenas y los bacanales. El tiempo nos ha enseñado quiénes son los imprenscindibles. ¡Siempre listos carajo!

Anónimo dijo...

chevere tienes mucah inspiracion compa�ero esa es la jente del partido de la *