domingo, 29 de julio de 2007

El día que se escucho crash desde un balcón


Hurgando entre mis recuerdos, dado que por el momento gozo de tres cosas que pocas veces pueden congregarse en mi cerebro: Lucidez, Paciencia y Tiempo, los recuerdos vienen a mi y algunas historias se recrean sobre la pantalla de la compu, como si observará una película repetida en HBO.

Eran tiempos donde que las casacas de Jean, las guitarras acompañaban las reuniones chelisticas con temas de Pedro Suarez (Obviamente aprendido de algún Funky) claro hasta que llegaba alguno de la promo vieja a llamarnos la atención por la bulla y gallos que salían de nuestras gargantas; así hoy, luego de ver a la recepcionista pasar por mi lado y tratar de descubrir con que me río tanto, me acorde por su estatura, tamaño y sonrisa de un personaje que recorría algunos kilómetros para encontrarse con este grupo veinteañeros y chibolas con D.N.I. de estreno.

A ver, la primera vez que la ví, estaba sentada junto a un grupo de San Borjinos con los que alguna vez departimos más de una fiesta en la casa de Chito. Si mal no recuerdo era un viernes, “El amigo cacheton del Chavo” había tocado mi puerta y con su peculiar estilo para pedir las cosas no tuvo que decirme mucho para ir a tomar unas aguitas. Nos dirigimos a buscar a “La pequeña y frágil” pero no estaba: “Se fue con su prima” fue lo único que atinaron a decirnos del otro lado de la puerta. Se imaginarán que una cajita de Cusqueñas heladas entre dos calzoncillos, no era la voz; así que guiados por las antenitas de vinil llegamos al lugar mencionado al inicio de este párrafo.

Luego de un saludo precipitado, me senté a su lado sin pensar que años depues, formaría parte de más de una docena de historias. La escogida hoy es, la de la chica que rompió un corazón en una noche lejana. Y es que existen invitados que sólo aparecen en uno o dos capítulos de una serie como máximo pero son memorables. Al grano… Fue una fiesta en La Molina, como era de esperarse la fiesta estaba por demás descontrolada, algún poste de la calle albergaba fugaces promesas de amor, ante el estupor de las vecinas por la minifalda que ondeaban gracias al buen floro del Chito. Y si pes, al no haber Chito y Chin Chin haber chocado un auto la semana anterior, improvisaron y colocaron un chofer inexperto en cuanto a 4x4 y trabagas se refiere. En fin faltaban chelas y había que ir en su encuentro, El tio Miki dejó la caña en medio del Ovalo de la de Lima, con todos los seguros activados y dentro de ellos dos individuos picados pero no ebrios. Obviamente esa 4x4 jamás avanzo no más de 300 metros. A pesar de los desesperados esfuerzos de la fémina que intentaba empujar con sus cuarentaitantos kilos la mole roja.

Una leve lluviesita Limeña completaba la escena, y luego de dar la vuelta a la Universidad de Lima en busca de un miserable teléfono (recuerden que los celulares eran una cosa “exclusive” para esas épocas) logramos que Ñoño viniera a nuestro encuentro, enfadado no por el auto, ni por las chelas faltantes, sino por la pasividad de los rescatados. Dentro se su imaginario deseaba Lunas empañadas, dedos marcados y ese olor tan peculiar que suele a veces emanar un lugar cuando su encuentran dos cuerpos, Nimi, nada ni un piquito se olfateaba en el ambiente. Ya algunas lunas habían pasado desde ese primer encuentro y poco quedaba de aquella noche que con su gorrita ingresaba a nuestras historias.

Si, así fue. Ñoño repetía decepcionado frases irrecordables, a nuestra llegada no hubo el alboroto que se podía imaginar, todos seguían en lo mismo, habían pasado casi 2 horas y todo estaba igual. Bueno casi igual… En solitario con la cabeza apoyada sobre sus brazos cual Gato Ronron… estaba Ianluca (Aquel primo que estaba sólo aparecía en cumpleaños) cantándole a Luna por su amada perdida, solo, apoyado sobre el balcón, rezándole a los dioses para que la pureza de su musa se mantenga impoluta. Nunca recibió explicación, nunca más se le vio aparecer, tan sólo mando una mirada al mismísimo estilo de Gaby Pérez del Solar… ¿Qué pasó después? Desconozco mayormente, sólo se que esa noche la flaca de gorrita coqueta destruyo el corazón de un gato Ronron.

jueves, 19 de julio de 2007

Se nos fue el chato...




Esa frasecita, la escuche más de una vez en el último matrimonio al cual tuvieron a bien invitarme. Ya lo perdimos repetía una y otra vez sobre mi hombro, con risita entrecortada. A la distancia pienso que no deja de tener razón mi compañera de picolines. Lo perdimos. Pues dentro de esta esfera denominada sociedad, existe una línea punteada invisible entre los casados y solteros. Dejas de ser individual y pasar a ser parte de... o complemento de... lo cual como quieran verlo o decirlo. O es que ustedes señoras esposas no conciben una reunión de amigos hasta las 6 de la mañana en donde sólo hay chelas, ron ,whisky o el trago favorito de los bebedores, con cigarritos y en donde la conversación gira en torno a anécdotas de antaño con alguna ex de punto. Ja y eso si la compañera de lecho es bien pensada, como diría mama Luz: "Eso se acabó"; ¿Así les dirán a mis amigos hoy ya casados?. ¿Será cierto eso?. Asi, hoy aqui sentado y un poco aburrido de tanto marketing, me acorde del cabecilla de la banda o ex banda y de nuestro ultimo encuentro...

El día que regresaba a mi nuevo terruño (aun no se por cuanto tiempo) me encontré a el celebre ahora Esposo en el Terminal de Tepsa, me llamo por mi apellido, cual escuela militar, ¡¡¡Se imaginan!!! Jamás en más de una década de conocerlo escuche pronunciar mi apellido por este individuo de corta estatura, pero gran sentido del humor. Síndrome post-boda imagine; aunque en realidad lo veía igual que cuando salíamos trepados del Forni, Mil Stickers, Party Car o de la Anaconda por las noches de Lima de los 90, claro que ahora anillo en mano. Nos saludamos y por las primeras palabras que pronuncio tuve la impresión que "Don Raúl" padre del choclito tuvo razón noches anteriores, cuando luego de unas cuantas chapitas de Cristal me repetía: "Son etapas de la vida que hay que quemar... Ya lo entenderas". Sin embargo al cabo de un minuto nos encontrábamos comentando lo de siempre... ustedes ya se imaginaran que. El encuentro fue corto, el bus partía y la esposa esperaba en el estacionamiento (Sorry... Sra. sólo me percate de su presencia cuando el auto se alejo, sino me acercaba) nos despedimos como antes, con la duda, al menos de mi parte, si existirán mas lateadas con puchos Malboro, Sanguchazos y Tacos maleados o un par de latas de chela por simple tertulia. Vuelven a regresar a mi mente las palabras de "Don Raúl"... hasta los comentarios de la Familia Ortega cuando el primer Huambrillo se fue del nido: "Cuando uno empieza, el resto sigue rapidito" con el estribillo propio del oriente peruano, y es que el matrimonio es algo que esta reservado para aquellos que están muy enamorados o realmente son muy pavos. No concibo un matrimonio por edad, soledad, metida de pata aumenten lo que ustedes quieran, tan sólo concibo una razón valedera, el estar realmente anonadado, templado y seguro que ese complemento perfecto para el hombre esta a tu lado.

Chau Chato... al menos al Noventero, ese que vivirá en cada anécdota y chiste de antaño. Ve contento y feliz que los que te despedimos desde el puerto Salamanquino siempre estaremos esperando tu retorno sin importar la versión que esta sea. Sra. Esposa en sus manos encomendamos a nuestro Chato, confiamos y agradecemos que este en sus manos.


El Amigote.