jueves, 6 de septiembre de 2007

El Popular Palomino

Usualmente suelo regresar a mi nuevo lugar de residencia en bus y por alguna extraña razón siempre lo realizo por Transportes Palomino, como si tuviésemos algún vínculo invisible e ineludible. Y creo que se cuando empezó todo.

Mi cuarto a mediados de los noventa se había convertido en la base de operaciones para cualquier actividad relacionada con la perdida del tiempo: Campeonatos de Telefunken, tocadas de guitarra, reproducciones de casett a casett, es más de Cd a casetera, claro esta con el infaltable cigarrillo que le daba al cuarto un especial olor que ahora sólo vive en el recuerdo. Una de esas tardes el buen Salo, llego con la novedad del auto nuevo.

¿Auto Nuevo?, que alucinante, era las 3 de la tarde de un día de semana y uno de los patas tenía auto nuevo. Rápidamente mi cerebro empezó a relacionar ideas. Auto nuevo = Flacas, auto nuevo = Playa con chelas y cigarrito, auto nuevo = Música a todo volumen y medio barrio, cual combi, trepados y mirando sobre el hombro a los que se movilizan en “Doch patitas”. En segundos ya estábamos en la puerta de mi hogar observando como se producía un idilio entre el treinton ford azul de mi viejo con el auto nuevo de Salo, no me asombre pues el auto nuevo era casi contemporáneo con el polvoriento Kid (Como cariñosamente lo llamábamos), con la diferencia que su apariencia de Bocho achibolaba su motor y accesorios.

Luego de la desilusión inicial, le tomamos cariño, sus frenos desgastados, su puerta descuadrada y su encaprichado encender nos alegraba aquellas tardes donde las horas discurrian lentamente. El Perú ya había cambiado, pero la expectativa de los noveles jóvenes distaba mucho de lo actual y si bien tenía la suerte de elegir si seguir estudiando o no, esta situación era difícil de extenderla a los demás del barrio. Talvez por estas razones la patota se trepaba al buen bocho para dar vueltas alrededor del barrio y bueno la ausencia de placa, la carencia de brevete del conductor y la posibilidad latente que el motor decida tomarse un descansito en plena calle nos disuadia de visitar algún distrito aledaño.

Sin embargo de a pocos nuestra relación se volvió mas intensa y la confianza, así como nuestro conocimiento de sus mañas y artilugios nos llevo a desafiar las leyes de la física y la ciencia automotriz. Esa tarde La Maca, Salo, Kikin, Verger y El Maiky treparon al hijo predilecto de Volkswagen después de la empujadita de rigor. El destino fijado: La Planicie, barrio pitucón que desde su nacimiento restringía el ingreso de los visitantes con prietos guachimanes provistos de ridículas varas de policia. Luego de casi 40 minutos de viaje (usualmente se realiza en 20), una subida heroica que casi funde el motor y luego de soportar los hedores propios del verano mezclados con un olorsillo hediondo de alguien que le cayeron mal las menestras, nuestro imponente y hasta ese momento anónimo vehículo se codeaba en la fila con autos relucientes y con olor a cera y simoniz.

Sólo en ese momento reaccionamos, teníamos un auto con pinta de coche Bomba y nuestro look era muy similar a la de los integrantes de la aquella mancha de amigos que salían en la serie “Los Choches”. Probabilidades de pasar la traquera: 5%.

Una llamada de atención de Salo para mantener la compostura. La consigna: Firmeza y personalidad hasta pasar la vara.

Y el momento llegó, el marroncito inclinó su cabeza e indago por la familia que nos recibiría. Salo al estilo militar dejo que su garganta expulsará con la firmeza planificada el apellido de la nena: ¡¡¡Palomino!!! Y en ese instante Putucum el bochito se rindió, no aguanto mas y el motor se apagó, las risas invadieron el interior del auto, mientras los frenos no aguantaban el rigor de la cuesta, los demás autos de la fila veían con pánico que el auto retrocedía sin control, las puertas se trabaron y entre la desesperación y carcajadas no podíamos salir.

Por suerte no chocamos al BMW que estaba unos metros tras de nosotros y luego de una empujada logramos ingresar, nunca vimos a la flaca pero cada vez que la mancha escucha ¡¡¡Palomino!!! Una sonrisa es imposible que no se dibuje en nuestros rostros.

Ya saben donde comprar su pasaje en bus cuando vengan al Cusco

El Maiky


1 comentario:

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA