viernes, 3 de agosto de 2007

¿Fue Jesús, el de la Crush?




Creo que es más sencillo para mí el trabajar textos publicitarios, que redactar historias; así que tratare, a pedido del Tio Celina, de ser mas sencillo.

Hoy conversando como de costumbre con el taxista, filosofábamos muy alturadamente sobre “Cuando te toca te toca y cuando no… No te tocas pes…” debido a lo circunstancial que estés cerca o lejos de la muerte, en ese momento decidí adelantar esta entrega que también formo parte de nuestras aventuras.

Fue un verano de aquellos en donde chapábamos combi y nos largábamos de campamento, La Banda del choclito esta recién formada y ganas era lo que mas sobraba con tal de salir del barrio y disfrutar de “El Mar, Los placeres del mar…El Mar”

El campamento tenía lo de costumbre, Ron, afanadores como Vivogusto, Chela, galanes como “RosGiver” con su gorrita soluciona todo, Cigarritos, la “Hola amigitos” con ocurrencias y bueno… algunas cosas mas. Pero fue al mediodía de la mañana siguiente que ocurrió un episodio que aún se torna un poco difícil de comprender.

La resaca había sido fuerte y con “RosGiver”, “El amigo del Chavo” y yo salimos cual surfistas expertos en busca de las olas. Al inicio todo bastante tranquilo. Nosotros dentro revolcándonos con las olas, una y otra vez al fiel estilo pechito y fuera el Choclito entretenido con su castillo de arena y Vivogusto con su técnica tequila tras Subs. Dado que ninguna fémina quedaba impresionada por nuestro despliegue de destreza delfinística, decidimos ingresar un poco más.

“Con el mar no se juega” decía la tía Rosita y vaya que en ese momento recordaba la frase, la marea subió repentinamente y a la voz de “Vamos” lográbamos con dificultad avanzar algunos metros. Podía ver al Charapa que se ponía de pie y pensaba que sólo era cuestión de dos o tres brazadas que podría ponerme yo también de pie. Sin embargo mi nombre se pronunciaba con dificultad tras de mi, al voltear sólo veo un cuerpo que intentaba ponerse a flote a duras penas.

Un grito de ayuda salía de los cancinos pulmones que ya pasabas la factura de la mala noche y vuelta mar adentro, durante el trayecto algunas imágenes venían a mi mente cual película que presiente la partida de alguien. 10 metros mas, 5 metros mas… 1 metrito… no te hundas con la mano arriba cual Terminador. La puta madre… se hundió.

2 segundos después luego de una zambullida instintiva me encontraba con “El amigo del Chavo” a flote con sólo agua verduzca y salada alrededor. 30 segundos después estábamos los tres bastante lejos de la orilla, bastante lejos del barrio, hasta por momentos de la vida misma. Pregunta: ¿Me muero, se muere, nos morimos los tres? No quedaba mucho tiempo los brazos estaban por fallar y la razón vencía al corazón. Cuando, cuál estampita de Navarrete, apareció con una ropa de baño blanca como las nubes, un individuo de barba poblada, cabello largo, cuerpo delgado y mirada pacífica… y cuando relato que apareció es, porque simplemente apareció de la nada, trepado en su tabla Surf como si con la mirada dominara al embravecido mar. Un par de cachetadas al ahogado y con una señal con una de las manos indicándonos la orilla.

No recuerdo ni la cantidad de brazadas ni el tiempo que duró nuestra epopeya, en la orilla más allá de unas tías mofletudas que movían la cabeza y alejaban a sus pequeños de nosotros como si fuésemos escoria; nuestros compañeros de carpa y nuestras admiradoras de la carpa vecina imaginaban que estábamos quizás comprando chelas, pero menos que estábamos mar adentro.


10 minutos después sólo el silencio era el común denominador entre los tres, el buen samaritano vestido de surf desapareció, nunca más lo vimos, es más nadie lo había visto antes ni lo vió después; luego no hubo reproches, creo que ese día algo sucedió con “El amigo del Chavo” salió del mar pero parte de esa chispa que le conocíamos se la llevo la marea. No acabó el campamento… regresó a Lima y bueno, ustedes saben el campa debía continuar, como que continuó.

Claro que siempre quedo la duda. ¿Habrá sido el la Cruzshhh?... Si fue así Gracias Pa, como dicen en mi nuevo pueblo.

El Mayki